Al igual que muchos caficultores, Fredy Palacio aprendió el oficio por medio de su padre, que lo heredó de su abuelo. Él ha sido caficultor toda su vida, sin embargo, también se enfrentó a las dificultades de un mercado que, en ocasiones, desconoce lo arduo de esta labor y paga el grano a un precio que no es el suficiente. Por eso, en la Asociación Café, Carriel y Arrieros encontró una alternativa que le permitió mejorar su calidad de vida sin dejar a un lado lo que él siempre ha hecho.
Actualmente, con la asociación se adelantan dos procesos importantes. El primero de ellos es la mejora en el precio de la compra del grano y el segundo es la ayuda para la exportación del café. Como Fredy lo menciona, “para poder exportar café, una persona sola no es capaz, tiene que hacer mucho. Un solo contenedor son cien mil kilos y un cliente necesita cuatro contenedores”. Sin embargo, lograr una cosecha de exportación no implica solamente producir grandes cantidades, sino también mejorar cada una de las fases para alcanzar mejores niveles de calidad.
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Él reconoce que entre grupos se puede hacer más que de manera individual y se alegra por saber que la Asociación Café Carriel y Arrieros cuenta con las herramientas para instruir a los caficultores en el perfeccionamiento de la cosecha y para ayudar a que en el exterior y en la misma región se consuma el café que aquí se siembra.