Hablar del suroeste es hablar de las tradiciones, la pujanza y el café, que por años ha hecho parte de la historia de esta región y ha brindado el sustento de muchas familias campesinas y orgullosas de sus orígenes. Yamile Arboleda, que es madre cabeza de familia, se siente orgullosa de haber nacido en la vereda La Soledad, de haber crecido en una comunidad que desde siempre la acogió y de poder tener el sustento de su familia gracias a sus cosechas de café, a las que les pone todo el amor y empeño.
Como ella bien lo dice, “detrás de una taza de café hay una vida, hay un mundo, hay un caficultor, una familia que recolecta el fruto”, por eso, con la Fundación ProJericó ha visto cómo sus proyectos toman otros rumbos, unos bastante productivos y que la llenan de emotividad. “Me he sentido muy bien con las cuarenta personas que hacen parte de la Asociación Café, Carriel y Arrieros, me parece que son un equipo ya muy importante para mí”, resalta con seguridad y con la alegría de pertenecer a un proyecto que ha impulsado su proyecto de vida.
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Ahora, su labor, más allá de lograr excelentes cosechas y hacer de su café un café de exportación, es también velar porque las nuevas generaciones crean en la cultura cafetera y en las tradiciones de su región. Que los jóvenes puedan decir, con el mismo orgullo con que ella lo dice, que son caficultores y que lo seguirán siendo.